Fuerzas Regulares



España, con un renovado espíritu colonizador tras la pérdida de las posesiones de ultramar (Cuba y Filipinas), se enfrascó en una nueva guerra en el norte de África, la guerra de Marruecos. Ante la sangría de vidas de soldados españoles que suponía, muchos de ellos bisoños jóvenes de reemplazo, y sin tener su final a la vista, las protestas de la población civil contra la participación de tropas españolas en la zona del protectorado obligaron a las autoridades a la adopción de medidas extraordinarias, autorizando un nuevo modelo de reclutamiento que ya empleaban otras potencias coloniales con mucho éxito; el reclutamiento de personal indígena sobre el propio teatro de operaciones. España también había contado con experiencias anteriores de este tipo, como los “Moros de Paz o Mogataces” en la conquista de Orán en 1509, los “Moros Tiradores del Rif” creados en Melilla en 1859 y la “Milicia Voluntaria de Ceuta” de 1887. La reglamentación establecida para esta última fue la verdadera base sobre la que se crearon los Regulares. Este personal iba a constituir el nuevo ejército colonial español de carácter totalmente profesional. De esta manera se crearon unas nuevas unidades profesionales, especialmente diseñadas para ser empleadas en la extrema vanguardia como fuerzas de choque y formadas por personal indígena que, a las órdenes de cuadros de mando españoles, fueron equipadas e instruidas para combatir en ambientes para los que estaban bien preparados y conocían a la perfección, su propio territorio. Algunas de estas unidades se formaban para campañas o acciones concretas en el tiempo y el espacio y una vez finalizadas se desmovilizaban, recibiendo el nombre de fuerzas “irregulares” (las más conocidas son las Harcas) y otras, por el contrario, se constituyeron de forma permanente conociéndose, en contraposición a aquellas, con el nombre de fuerzas “regulares”. De aquí el nombre oficial de “Fuerzas Regulares Indígenas” que se constituirían inicialmente en un Batallón de Infantería con cuatro Compañías y un Escuadrón de Caballería con plantilla, instrucción y armamento similares a los de las unidades peninsulares, con personal de tropa principalmente indígena y mandadas por oficiales y suboficiales inicialmente españoles (más tarde también se encuadrarían entre sus filas oficiales indígenas).

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